Bailar significa expresarse; y
expresarse significa comunicar. Cuando bailamos intentamos trasmitir o liberar
unos sentimientos o emociones que nos invaden. Los mostramos en forma de gestos
y movimientos rítmicos y los acompañamos de la música más apropiada para esas
sensaciones. A veces podemos sentirnos tristes o melancólicos, otras alegres y
eufóricos, e incluso puede aparecer la rabia y la liberación.
Bailar es interpretar, es sentir,
es salir de nosotros mismos. Nos arranca de nuestra rutina diaria
convirtiéndonos en bailarines profesionales de nuestro propio mundo. La danza es fantasía. Es arte.
A través del baile podemos
expresar sensualidad; el erotismo aflora por cada poro de nuestra piel.
Intervienen las caricias, las miradas. Se crean formas rítmicas únicas. La
música nos trasporta y el cuerpo se suelta a merced de ésta. Es entonces cuando
el erotismo se encuentra en movimiento y cuando empezamos a jugar…
Porque el baile también puede
convertirse en un juego picante entre dos personas. Es una potente arma de
seducción. ¿En cuántas películas hemos comprobado el poder embriagador de un
baile sensual? ¿Quién no recuerda a
Salma Hayek en Abierto hasta el
amanecer, donde su mirada, sus caderas y sus brazos eran pura perversión?
¿O a Kim Basinger con su atrevido y
sensual striptease en Nueve semanas y media? ¿O quizás las provocativas y
sexuales coreografías que nos mostraban Elizabeth Berkley y Gina Gershon en
Showgirls?
Todas podemos convertirnos en
estrellas de nuestro propio escenario. Solamente hace falta un poco de seguridad
y atrevimiento mezclados con una música sugerente y unos cuantos pasos de baile
interpretados con sensualidad y ritmo.
Y podemos jugar solos, o en pareja
o con una multitud de gente alrededor. No importa. La música suena. Nuestros
cuerpos la sienten y empiezan a moverse. Queremos bailar. Queremos ser deseados,
queremos impresionar. Porque la mitología popular nos advierte que bailar bien
significa dominar las artes amatorias. Y aunque eso no es una certeza absoluta,
pocos son los que no relacionan bailar bien con hacer mejor el amor.
Porque con el baile podemos
seducir sin una sola palabra, únicamente sirviéndonos de unos movimientos
suaves, redondos y sensuales acompañados de una mirada profunda. O bien
contonearnos con los ojos cerrados y concentrándonos en acariciar nuestro
cuerpo al ritmo de una música suave y sensual.
O quizás la canción nos transmita movimientos rotundos, fuertes y
sexuales. Todo está permitido. Los movimientos los dicta el ritmo de la música
y ella hará aflorar nuestra feminidad en su estado puro. Nos podemos servir de
zapatos de tacón, una boa, un sombrero, unas medias, un corsé, una liga,… todo
aquello que nos invada la imaginación.
No debemos olvidar además los
beneficios que comporta, tanto a nivel físico como mental, una buena sesión de
baile. Nos sirve de descarga de adrenalina y de ejercicio físico. Nos ayuda a
poder expresar sentimientos reprimidos o que no nos atrevemos a mostrar. Por
esta razón existe también la danzoterapia. Una disciplina que se encarga de ayudarnos
a conectar con nuestro “yo” interior a través de la danza.
Por lo tanto, bailar de manera sexy puede ayudarnos a
explorar y explotar nuestra feminidad y sensualidad, al mismo tiempo que
pasamos un buen rato y aprendemos un arma más de seducción. Puede incorporarse
como un juego más en las relaciones de pareja o sociales, así que, ¿juegas a
bailar?
Maravilloso y verdadero lo que dice este texto. Nosotr@s hemos probado el poder de de seducción y conexión del baile desde la terapia de pareja y la danzaterapia. Coíncidimos ampliamente y con gusto hablaremos de este sitio a nuestr@s usuari@s.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestro comentario. :-)
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